Radio La Benevolencija trabaja a través y con los medios de comunicación y las iniciativas de base relacionadas con los medios de comunicación para construir la paz, la tolerancia y el entendimiento en Rwanda. La organización tiene como objetivo fomentar el autoempoderamiento de las minorías y otros grupos que son víctimas de violencia étnica u otras formas de odio y/o violencia grupal.
Radio La Benevolencija ofrece a las personas (víctimas, transeúntes y perpetradores) información sobre cómo evoluciona la violencia grupal en torno a la polarización dentro de su entorno, cómo pueden contribuir a prevenir este tipo de violencia en el futuro al tener una mejor comprensión de su propia historia y poniendo la solicitud de historia pública / narración de la memoria en la agenda de todas las víctimas. Al hacerlo, la organización desea lograr un proceso de cambio de comportamiento dentro de los grupos objetivo, a través de la sensibilización, la información y la educación.
Principales logros
- Producción de un exitoso drama radiofónico, escuchado por el 84% de los rwandeses.
- Producción de un exitoso programa de entrevistas de televisión que trata temas controvertidos.
- Existencia de una sólida red de oyentes y agentes de cambio en el país.
Reconciliación en Musambira
En uno de sus contactos con los oyentes de Musekeweya, el drama radiofónico de la organización, los guionistas descubrieron un interesante caso de reconciliación en la provincia de Musambira. En Musambira, había dos aldeas, una poblada principalmente por hutus, y la otra tutsis. Muchos en la aldea tutsi habían sido asesinados por los hutus durante el genocidio. Incluso años después de los acontecimientos de 1994, las relaciones entre las dos aldeas fueron tensas.
La cabeza de uno de los pueblos era un ávido oyente de Musekeweya. El espectáculo destaca cómo las personas y las actitudes pueden cambiar. Esto capturó la imaginación del líder del pueblo y decidió que si la gente en el espectáculo podía cambiar, también lo podrían las aldeas. Reunió a los miembros de la aldea, que todos estuvieron de acuerdo en que era hora de un cambio. Se puso en contacto con su homólogo en la otra aldea, y persuadió a las autoridades del distrito para que lo ayudaran en sus esfuerzos.
Poco a poco ambas aldeas comenzaron a visitarse entre sí, y el cultivo conjunto. Finalmente, la aldea hutu accedió a pagar por los daños cometidos durante el genocidio. Y ahora las tensiones entre las dos comunidades se han disuelto, y viven codo con codo en paz.